CONVOCATORIA

Hablar de ‘crisis de la política’ ha llegado a ser un lugar común en nuestros países latinoamericanos y en muchas otras regiones del mundo. Podemos, sin embargo, formular como hipótesis que merece ser examinada y debatida, que el diagnóstico que se ha hecho de esta crisis es todavía superficial, insuficiente e incompleto, toda vez que no se habría puesto suficientemente de manifiesto que estamos en presencia de un agotamiento del actual modelo de ordenamiento institucional y político del Estado, de la democracia representativa como sistema de gobierno, y más al fondo aún, que estamos ante una verdadera crisis del Estado nacional en cuanto estructura política central de la civilización moderna, encargada de organizar y garantizar el orden social en la población, que ejerce el gobierno de la sociedad, y que establece las leyes que rigen la vida económica, social y cultural.

Entre los síntomas de esta crisis que suelen mencionarse están: una creciente desafección ciudadana respecto de los gobiernos y de los partidos políticos; la pérdida de credibilidad en las instituciones ejecutivas, legislativas y judiciales; un incremento significativo de la conflictualidad social; una creciente crispación de amplios sectores que no perciben que sus derechos y su seguridad se encuentren garantizados; y – lo que es más grave – parece estar comenzando una rápida pérdida de consenso, o de adhesión por una parte creciente de la ciudadania y por algunos importantes movimientos sociales, respecto a los principios, los órganos y las normas de la representación democrática.

Proponemos considerar que las causas principales de este relativo pero consistente ‘agotamiento’ del modelo serían: 1. La incapacidad que ha evidenciado el sistema político para realizar con el indispensable apoyo ciudadano las reformas democratizadoras que se consideran más urgentes, especialmente aquellas tendientes a generar condiciones de mayor igualdad social; 2. La escasez de instancias de representación directa, que permitan a los movimientos sociales y a los ciudadanos en general, hacer oír y hacer pesar su voz respecto de las cuestiones institucionales y políticas que los afectan; 3. El distanciamiento creciente de la ‘clase política’ y de los partidos respecto a los ciudadanos que debieran representar; una clase política y unos partidos que son percibidos como más interesados en asegurar sus propios privilegios sectoriales que de cautelar el bien general de la sociedad. 4. La falta de coherencia y de consistencia de los ‘discursos’ políticos, que demasiado a menudo evidencian un ‘doble estándar’ y una excesiva distancia entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se promete y lo que se cumple.

De estas apreciaciones surge la interrogante de si nuestros países necesiten un Nuevo Modelo de Organización Política y una profunda Reforma del Estado, que impliquen garantizar por un lado el indispensable orden y unidad nacional, asegurando el funcionamiento de las instituciones democráticas, y por otro lado, realizar las transformaciones y reformas que son necesarias para establecer condiciones de mayor equidad, justicia, libertad y solidaridad. Pero, ¿es posible, y cómo pudiera realizarse, una Reforma del Estado y un Nuevo Modelo de Organización Política, que desburocraticen el funcionamiento de las instituciones, eliminen el elitismo exagerado que se evidencia actualmente en la política y en los partidos, favorezcan la más amplia participación ciudadana, reduzcan los costos de la política y del Estado que pesan sobre los ciudadanos, e incrementen la eficiencia de las políticas y del gasto público?

Todo ello es fácil de afirmar, pero difícil de concebir y de realizar. La primera idea que surge es que esas transformaciones necesarias son tareas y desafíos políticos, y que en consecuencia debieran ser concebidas y realizadas por los partidos políticos. Pero, ¿es ello posible, si es la misma política la que está en crisis, como parecen estarlo, aún más acentuadamente que las instituciones del Estado, los propios partidos políticos? Mal podrian ellos enfrentar el desafío. Por eso, si se postula la necesidad de crear un nuevo orden social y político, y nuevas formas de gobierno de la sociedad, aparece como esencial la necesidad de inventar una nueva política, nuevas estructuras y organizaciones que estén en condiciones de transformar y de hacer evolucionar la vida colectiva.

Pero la política está desafiada a re-pensarse y a cambiar no solamente en razón de su propia crisis, sino también por nuevos y grandes problemas que se han presentado en la sociedad contemporánea, y que se supone y espera que sean resueltos políticamente. En efecto, desafíos que la sociedad exige a la política que enfrente son actualmente, además de los tradicionales problemas de la pobreza, la desigualdad, las injusticias sociales y el orden público, otros problemas nuevos, como aquellos que surgen de la globalización económica, o los que afectan el medio ambiente (el cambio climático, los desequilibrios ecológicos, etc.), los cuales parecen superar las capacidades de intervención de la política y de los Estados nacionales, en cuanto son situaciones y problemas que afectan al mundo entero, y cuya superación requiere no solamente leyes y proyectos políticos sino cambios culturales, éticos, conductuales, e tal vez incluso espirituales, a nivel de la población.

Es en la búsqueda de respuestas y de propuestas frente a tales situaciones, problemas y desafíos, que convocamos, en este Ciclo de Investigación y de Difusión 2015, a re-pensar la política, desde los ciudadanos y sus experiencias activas en el enfrentamiento de los problemas que los afectan, e incluyendo la necesidad de abordar la problemática del Estado y sus funciones, y la cuestión de los partidos políticos.

¿Cómo, y con cuáles contenidos, podremos desarrollar una ‘nueva’ política, un ‘nuevo’ modelo de Estado democrático, un ‘nuevo’ modo de la organización y de la acción transformadoras? ¿Y qué alcance podemos darle al término ‘nuevo’, que empleamos queriendo enfatizar la necesidad de re-pensar en profundidad los problemas y de elaborar respuestas y propuestas distintas a las actuales y que cambien lo existente? Porque es obvio que ello no puede significar que todo lo anterior haya perdido completamente validez y vigencia, y que debamos partir de cero, como si la historia y la realidad no tuvieran nada que enseñarnos.

De ahí que, como un modo de ordenar la reflexión y centrar la búsqueda de respuestas ante los problemas planteados, enfocamos este Ciclo de investigación orientando a pensar qué es lo que ha de permanecer y qué deberá ser sustituido, qué es lo que está vivo y qué lo ya muerto, tanto a nivel del pensamiento como de la práctica política. Tal discernimiento es una tarea teórica y científica esencial y, por cierto, sumamente delicada.

Es por ello que convocamos a centrar las ponencias en torno a los siguientes EJES DE INVESTIGACIÓN:

 

1. CAMBIOS EN LA MENTALIDAD Y LOS COMPORTAMIENTOS DE LOS CIUDADANOS.

En este eje de investigación se busca profundizar la comprensión de los problemas y desafíos políticos que debemos enfrentar en nuestros países, considerando los efectos que sobre el pensamiento y el comportamiento político de los ciudadanos tienen las nuevas tecnologías de las comunicaciones y la información, las redes sociales, la publicidad, los medios que forman la opinión pública, la conciencia de los problemas ambientales, etc. ¿Qué permanece y qué está cambiando en la conciencia de lo ciudadanos, impactados por estas transformaciones?

2. VIGENCIA Y OBSOLESCENCIA DE LAS IDEOLOGÍAS POLÍTICAS.

Se trata, en este eje de investigación, de examinar las doctrinas e ideologías políticas, para discernir en cada una de ellas lo que mantiene vigencia y lo que ha sido superado por la historia y la realidad política contemporánea. ¿Qué es lo vigente y qué lo obsoleto, en el liberalismo, en el marxismo, en el socialismo democrático, en el social cristianismo, en el anarquismo, etc.?

3. EL MODELO DEL ESTADO DEMOCRÁTICO REPRESENTATIVO.

Se propone en este tercer eje de investigación, analizar el modelo teórico del Estado democrático moderno, y sus variadas aplicaciones reales en distintos países, para discernir cuáles sean sus contenidos y sus formas que conservan actualidad, y cuáles deben ser repensadas, modificadas o sustituidas por otras nuevas.

4. LOS PARTIDOS Y OTRAS ORGANIZACIONES POLÍTICAS.

La tarea que se identifica en este cuarto eje es investigar las diferentes modalidades de organización de la actividad política, a saber, los partidos políticos, los movimientos sociales, los grupos de opinión y de presión, los centros de estudio, etc., para descubrir en ellos lo nuevo que están experimentando y aportando, y las viejas prácticas que los entorpecen y paralizan. Una 'nueva política' implica la creación y surgimiento de nuevos modos de organización política? ¿Cuáles pueden ser estos? ¿Cómo podría proyectarse al ámbito político las experiencias de los diferentes grupos que experimentan alternativas en relación a los grandes problemas que afectan a las personas y a la sociedad en su conjunto: la alimentación, la energía, la salud, la educación, el medio ambiente, etc.?